El mundo actual se encuentra infestado de plásticos, materiales que contienen más de 10.000 sustancias químicas, incluyendo carcinógenos y disruptores endocrinos capaces de afectar la salud humana. Estos compuestos han invadido la cadena trófica y se encuentran en todas partes, desde los océanos hasta el aire que respiramos. En forma de diminutas partículas, los microplásticos y nanoplásticos ya han sido identificados dentro de órganos vitales del cuerpo humano.

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Aunque se presume que son nocivos, la comunidad científica aún desconoce el impacto real a largo plazo de estos materiales microscópicos que pueblan nuestro organismo. Sin embargo, los expertos tienen indicios de que pueden provocar daños en el ADN de las células y sospechan que podrían espolear numerosas dolencias, desde enfermedades inflamatorias hasta cardiovasculares. La complejidad radica en que cada microplástico es diferente, y su toxicidad depende de su tipo de polímero, aditivos y tamaño.

La invasión de plásticos diminutos en los cuerpos: una gran batalla

Los científicos han observado estas diminutas partículas en tejidos y órganos humanos, detectadas en el intestino, el hígado, los riñones, la sangre, los pulmones, la placenta e incluso la leche materna. Cuanto más pequeño es el microplástico, como el nanoplástico, mayor capacidad tiene para atravesar las membranas celulares y penetrar en todas las capas del organismo. Respiramos y comemos microplásticos que alcanzan el torrente sanguíneo y se esparcen por nuestras entrañas.

Particularmente preocupante es el hallazgo de microplásticos en el cerebro humano, con concentraciones significativamente más altas en muestras cerebrales que en el hígado o el riñón. La cantidad encontrada en el cerebro, que podría equivaler a "una cuchara de plástico", sugiere que la barrera hematoencefálica ha sido cruzada, permitiendo que estos polímeros se ubiquen donde ocurre la cognición. Aunque se encontró que los cerebros de personas con demencia tenían más microplásticos, la causalidad aún no está clara, y los expertos piden cautela en las conclusiones debido a la heterogeneidad de las técnicas de detección.

Qué indicios de toxicos hay sobre los plasticos y sus efectos

La literatura científica ya está mostrando indicios de toxicidad y vínculos entre los microplásticos y la salud humana, aunque la evidencia general aún es limitada. Investigaciones de laboratorio con modelos animales y cultivos celulares in vitro han revelado que la exposición a microplásticos puede dañar el ADN de las células y alterar la regulación de los genes. Incluso a bajas dosis y exposición prolongada, las células pueden mostrar signos de transformación cancerosa, desregulación del sistema inflamatorio y daño oxidativo. Esto podría conducir a problemas inmunológicos, gastrointestinales, de fertilidad, salud fetal y relacionados con el cáncer.

Además de los efectos a nivel celular, se han descubierto asociaciones clave con cuadros cardiovasculares, donde la presencia de microplásticos en placas de aterosclerosis se vinculó con un mayor riesgo de infarto e ictus. La ingesta de microplásticos también altera el equilibrio del microbioma intestinal, reduciendo la diversidad bacteriana beneficiosa e incrementando la presencia de patógenos.

 Los procesos de cocción, especialmente al calentar alimentos envasados en plástico, pueden aumentar significativamente la exposición a aditivos tóxicos. Ante estos hallazgos, y la sospecha de sinergias con otros contaminantes ambientales que podrían agravar sus efectos, los expertos enfatizan que, si bien no hay que obsesionarse, la prevención es clave, sugiriendo evitar ultraprocesados, calentar recipientes de plástico en el microondas y beber agua embotellada.